17.6.05

Otra vez las dos Españas

Me propuse no tratar en esta bitácora temas políticamente incorrectos, ni siquiera temas políticos (ni correctos ni incorrectos), pero reconozco que, en este caso, facit indignatio blogium. [Referencia: facit indignatio uersuum, Juvenal 1, 79]. Así que ahí va.

Mañana (18-Junio-2005) habrá en Madrid una manifestación en contra del Proyecto de Ley del Parlamento español que legalizará el matrimonio entre homosexuales. La manifestación es convocada por un autodenominado Foro de la Familia (o Foro por la Familia, no me acuerdo bien). Los representantes de este Foro que aparecen en los medios alardean de tener muchos hijos, todos los que "envía" Dios, a los que los padres "envían" habitualmente a colegios del Opus Dei. Hasta aquí nada demasiado extraño, salvo el hecho de que, contra lo que viene siendo habitual, esta manifestación no reinvidicará ningún derecho propio de un colectivo, sino que, al contrario, la manifestación se plantea para negar la posibilidad de que se conceda un derecho a un colectivo ajeno. Porque, obviamente, una ley que otorga a los homosexuales el derecho a casarse no obliga a nadie (y menos a los miembros del Foro de la Familia) ni a casarse ni a ser homosexual. Tampoco la ley de divorcio obligaba a nadie a divorciarse. Pero en fin.

La mayoría de los líderes del PP (el partido de derechas en la oposición: Nota para mis lectores extranjeros) ofrecen su apoyo, tácito o explícito, a la manifestación. Craso error, pero comprensible desde un punto de vista oportunista y partidista: quieren aprovecharse del conflicto para intentar erosionar al gobierno socialista.

Pero lo que más me indigna es que también la jerarquía católica preste su franco apoyo a la manifestación. Bastantes obispos han declarado que acudirán a la manifestación, e incluso han fletado autobuses para movilizar a sus parroquianos, y que hagan bulto en la algarada. Estas autoridades eclesiásticas deberían recordar la famosa frase de Jesús, la de "Dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios" (Mateo 22, 21). Para practicar un poco latín, copio aquí el texto de la Vulgata:

Reddite ergo quae sunt Caesaris, Caesari: et quae sunt Dei, Deo.

Lo que Jesús de Nazaret postulaba con ese frase era algo muy simple: que había que separar Iglesia y Estado, asuntos civiles y religiosos. Y el Proyecto de Ley criticado ahora es un proyecto de legislación civil, que no afecta para nada ni a la moral ni a los principios religiosos. Por ello, los jerarcas de la Iglesia deberían leer más la Biblia (en español o en latín) y preservar una necesaria posición de neutralidad, para no contribuir a una división maniqueísta entre dos Españas, la de los buenos y la de los malos (y ellos, claro, a favor de los buenos).

Otra vez estamos con las dos Españas. No es algo nuevo. Hoy que nos olvidamos de casi todo no convendría olvidar que durante la Guerra Civil Española (1936-1939) la Iglesia Católica se alineó sin disimulo con uno de los dos bandos en contra del otro. Podría haber mantenido una posición de neutralidad, o haber intentado mediar, o haberse dedicado a labores de asistencia humanitaria. Por el contrario, santificó a unos (los nacionales, los buenos) y satanizó a los otros (los rojos, los malos); alentó las purgas y ejecuciones de los malos (por lo visto, eso es lo que entendía por caridad cristiana). Y llamó a lo que era una sublevación militar, o una guerra civil si se quiere, "Cruzada" y "Guerra Santa". He aquí una pequeña galería de fotos para el recuerdo, con los obispos realizando el saludo fascista o paseando a Franco bajo palio:






Ahora también la Iglesia quiere confrontar a las dos Españas. Para la Iglesia (y para el Foro de la Familia), éstas son las dos Españas de ahora:

1) La España de los buenos, que es de derechas (vota al PP), cristiana y católica, y heterosexual sin fisuras (ellos, muy machotes todos; ellas, muy femeninas).

2) Y la España de los malos, que es de izquierdas (vota al PSOE o a IU), atea y descreída, y homosexual (todos ellos son maricones; y ellas, todas bolleras). [Según esto, me sorprende que a estas alturas todavía no hayan hecho correr el bulo de que Zapatero también es maricón (como dijeron de Borrell en su día).]
A mí, personalmente, me cuesta mucho encajar nítidamente en ninguna de las dos Españas: no soy homosexual, tengo pareja heterosexual e hijos, así que según eso estaría en la España 1). Pero, por otro lado, como ateo que soy estaría englobado en la España 2). Mis preferencias políticas no aclaran mucho el embrollo, pues desconfío profundamente tanto de la derecha como de la izquierda: en tanto que liberal estaría más en la España 1), pero como anárquico pertenecería quizá más a la España 2). Un verdadero descoloque, nunca mejor dicho.

El maniqueísmo consistente en dividir a la población en dos mitades, la de los buenos y la de los malos, tiene raíces muy antiguas. El responsable último es un señor que se llamó Agustín, que escribió en latín y que vivió entre los siglos IV y V d.C. d.C. Los cristianos lo consideran un Doctor de la Iglesia y un santo, y lo llaman San Agustín; los clasicistas lo llamamos más fríamente Agustín de Hipona (porque en esta ciudad africana fue obispo). Fue un auténtico fundamentalista religioso. Pero es un individuo cuya obra y pensamiento han tenido grandísima repercusión en la Iglesia Cristiana y, por tanto, en todo el Occidente. A Agustín de Hipona se debe, por ejemplo, el dogma sobre el Infierno, en colaboración con Jerónimo de Estridón (el autor de la Biblia Vulgata): Agustín y Jerónimo postularon que el Infierno era un lugar de sufrimiento físico y eterno, frente a otros Padres de la Iglesia, llamados "misericordistas", que sostenían que el fuego del Infierno era simbólico, temporal y purificador. Primó la tesis rigorista de Agustín y Jerónimo, que es la que sigue sosteniendo aún hoy la Iglesia Católica.

Agustín de Hipona, que en su juventud había pertenecido a la secta maniquea (¡qué casualidad!), escribió también una especie de Historia de la Humanidad, un mamotreto en 22 libros titulado la Ciudad de Dios (De civitate Dei). Ahí postula que en la Humanidad han coexistido siempre dos facciones o tendencias: la buena, la "Ciudad de Dios", que ha culminado en el Cristianismo; y la mala, la "ciudad terrenal" o "ciudad de los hombres", caracterizada por el pecado y el descreimiento. Ya están ahí las dos ciudades, las dos humanidades... las dos Españas.

Mañana, los miembros del Foro por la Familia, los líderes del PP y los jerarcas católicos acudirán a la Manifestación de la "España de Dios", en contra de una "España terrenal" compuesta por rojos, infieles y maricones.

10 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Sinceramente, tu análisis de Agustín me parece indigno del valor intelectual de este blog. Y me entran serias dudas de que conozcas a De civitate Dei más que de nombre y por alguna reseña bibliográfica de cuarta mano. Lo de buenos contra malos es de western americano, mi querido amigo.
En fin, un poco más de honestidad intelectual y studium, cum obstinato rigore, porque de Selecciones del Reader's ("lea De civitate Dei en treinta páginas, un argumento fundamentalista que inspiró a Saddam y a Hitler") ya estamos hartos.
Vale

17/6/05 22:52  
Blogger Unknown said...

Le doy gracias por su ensayo. Sí, dondequiera se intenta establecer Civitas Dei en tierra manibus humanis non divinis, hay muchísimo y gravísimo sufrimiento, todo por Dios, por santo. Mire por ejemplo a los EEUU, unos «rojos», otros «azules».

(He oído también que la separación de lo espiritual y de lo físico empieza con Aristóteles, y culmina en la teología de San Tomás Aquino. Pero yo, quien soy «maricón» educado por los jesuitas y católico hasta de recién, no sé mucho sobre la teología, ni he leído las obras mismas de los padres.)

18/6/05 00:29  
Blogger Dennis Mangan said...

Gabriel, it seems to me unfair to use those photos of prominent churchmen as an example of their political involvement. To see why, what would you think if someone pointed out that Ernst Roehm and the SA ("brownshirts"), the nucleus of the Nazi Party, were homosexual? That does not mean that homosexuals are all Nazis. Nor does the fact that some churchmen supported Franco mean that the Church is Fascist, or Phalangist.
Your argument that by legalizing "gay marriage" no one is forcing anyone to enter a homosexual marriage could be applied to lots of laws, for example every kind of law that prohibits "victimless crimes", such as drug laws, laws against prostitution, laws forbidding public drunkenness or lewd displays. But these laws are all arguably necessary for a stable and decent society. In a sense though, the passing of a "gay marriage" law does force everyone to do something: to recognize that the definition of marriage is changed.

18/6/05 21:11  
Blogger Gabriel Laguna said...

Amigo Dennis: Gracias por tu comentario. Sin embargo, siento disentir contigo. No creo que haya incurrido en sobregeneralización al recordar que la Iglesia Católica apoyó oficialmente al bando franquista durante la Guerra Civil y al régimen franquista tras la guerra civil. Eso son hechos históricos. Ese apoyo fue una política oficial por parte de la Santa Sede, especialmente tras la firma del Concordato en 1953. Como documentación, te copio aquí la orden impuesta por el Cardenal Primado en 1953 a todos los curas y clérigos: "Mandamos a todos los sacerdotes que desde el día de la ratificación del Concordato, en el curso de la santa misa, rezada o cantada, exceptuando las misas de difuntos, en las primeras oraciones, en las secretas y en las poscomuniones añadan a la oración Et formulas las palabras Ducem nostrum Franciscum". (El cardenal primado Plà y Daniel, 1953).
Es decir, que los clérigos que apoyaron a Franco no fueron casos aislados, por iniciativa personal, sino que hubo una política oficial y sistemática, realizada sobre todo por la jerarquía de la Iglesia Católica. Obviamente, no se puede generalizar, y si se engloba en el concepto "Iglesia" el conjunto de creyentes en una religión, entonces obviamente hubo algunos sectores de la Iglesia que eran críticos con el régimen franquista, especialmente algunos curas progresistas de barrio y asociaciones de base como la J.O.C. (Juventud Obrera Católica). Esta tendencia crítica, bastante minoritaria y reprimida, tuvo un cierto desarrollo en la década de los 60.

La segunda parte de tu comentario no la entiendo muy bien, pero no me parece adecuado ni justo que, de alguna manera, compares el matrimonio gay con actividades como el consumo de drogas o alcohol, o la prostitución.

Aquí hay una cuestión de fondo: la religión (católica y toda otra religión) se cree en posesión de verdades eternas y absolutas. Y, por tanto, se cree en el derecho de imponer su "verdad" a todos los demás. Cualquier religión, por su propia naturaleza y por definición, es intolerante con cualquier creencia o ideología ajenas.

19/6/05 10:11  
Anonymous Anonymous said...

Típico-tópico post políticamente correcto, ejemplo del maniqueísmo que pretende denunciar.

Pensaba que su blog tenía mayor altura intelectual.Otra decepción.

19/6/05 13:20  
Blogger El Pobresor Gafapasta said...

Me parece que a veces hay que decir lo que se siente y dejarse un poco los formalismos "correctos" para toda la familia y parte del extranjero, sobre todo cuando hablamos de temas que implican el derecho de muchos a amar y a vivir, y sobre todo cuando implica el reconocimiento legal a una situación como es el amor homosexual que casi todos tenemos ya bien asumida como algo a lo que sólo falta el respaldo legal. La manifa de los obispos me parece una vergüenza, y este post, si no brillante, ha sido cuanto menos siencero y responsable.

20/6/05 01:00  
Anonymous Anonymous said...

Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo. El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos,pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter
de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos.

Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas.

También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir
que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por "el qué dirán" o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: Aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.

Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente del que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: También estoy a
favor de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de "¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!". Veo ese tipo de críticas y respondo: Si bien es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.

Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para
educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de
un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además,
los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es
precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio
como la adopción.

Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.

21/6/05 10:34  
Blogger Gabriel Laguna said...

En primer lugar, quiero agradecer cordialmente al comentarista decimonónico su aprecio de mi blog, y especialmente de sus contenidos culturales. Es cierto que este post, excepcionalmente en el blog, tiene un contenido más político. Pero incluso, a pesar de su contenido político, he incluido las pertinentes referencias culturales, relativas a la tradición clásica de ciertas formas de pensamiento modernas, maniqueístas.

Por otro lado, afirmas que te gustaría leer más referencias a la influencia de la cultura clásica en el arte y estética actuales, pero creo que mi blog versa precisamente sobre ello y que, en consecuencia, puedes leer muchos posts de ese tenor en mi sitio.

Gracias, de todas formas, por leer y comentar. Un cordial saludo.

4/8/05 11:52  
Blogger Unknown said...

Deberian ser judgados por crimenes contra la humanidad, todos los implicados. Hasta que no se realize un juicio(independientemente de la resolución), este sera un pais de medias verdades y de hyipocritas

23/4/10 09:22  
Blogger Joan Steward said...

good information for me , Phentermine

1/8/11 17:27  

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