En español de España (ignoro si también en el de Hispanoamérica; creo que no) se usa la expresión vulgar
echar un polvo para "realizar el acto sexual", y el lexema
polvo para "coito". ¿Cuál es el origen de esta rara acepción?
Como paso previo, cabría plantear cuándo empezó a usarse. No la he encontrado documentada todavía en el siglo XVI (no está en el
Tesoro de Covarrubias, de 1611), ni en el siglo XVII (véase lo que diré abajo, sobre Quevedo), ni en el Siglo XVIII (no está en el
Diccionario de Autoridades, de 1737). Ya viene recogida la acepción en la Enciclopedia
Espasa, en su edición de 1922; y, antes, en el diccionario de léxico malsonante de L. Besses,
Diccionario de argot español, Barcelona: Sucesores de Manuel Soler, 1905. Dejando como margen el tiempo prudencial que los diccionarios, siempre conservadores y morosos, suelen tardar en incorporar el léxico de la calle, no resulta descabellado suponer que la expresión se generalizara con esa acepción obscena a mediados del siglo XIX.
Pero, ¿cuál pudo ser su origen? Los diccionarios y léxicos al uso (tanto generalistas como especializados en léxico obsceno) no ofrecen demasiada ayuda. En alguna ocasión incluso despistan y desbarran estrepitosamente, como en la explicación descabellada que se da en J. Sanmartín Sáez,
Diccionario de argot, Madrid: Espasa, 1998, p. 693, s.v. "polvo" (énfasis mío):
"Polvo. 1. m. Cópula sexual. El hablante crea en el argot voces con sentido figurado, pero en muchos casos sin una motivación evidente. ¿Qué relación guarda realizar la cópula sexual con el polvo? Aparentemente ninguna. Quizá el color blanquecino del polvo y del semen. Es una acepción muy usada y, por ello, incorporada al DRAE como coloquial y vulgar. * El primer POLVO de mi vida fue con mi antigua novia."
Mi hipótesis es que el origen de la expresión está en la conocida fórmula litúrgica
Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris, "Recuerda, hombre, que eres polvo, y que al polvo regresarás". El sacerdote católico pronuncia(ba) esta fórmula cuando impone ceniza sobre los fieles, el llamado Miércoles de Ceniza (primer día de la Cuaresma). La fórmula adapta a su vez un versículo del
Génesis (3, 19), que en la versión latina de la
Biblia Vulgata dice:
In sudore vultus tui vesceris pane, donec revertaris in terram de qua sumptus es: quia pulvis es et in pulverem reverteris, "con el sudor de tu rostro te alimentarás de pan, hasta que regreses a la tierra de la que fuiste formado: porque eres polvo y al polvo regresarás".
También en la literatura clásica grecolatina encontramos numerosas alusiones al polvo, a la ceniza y a la tierra para ponderar el carácter efímero de la vida humana. El pasaje más famoso y nítido pertenece a la
Oda 4.7 de Horacio, composición a la que A. E. Housman (1859-1936) consideró "el poema más hermoso de la literatura antigua". Dice Horacio ahí, en los versos 13-16:
damna tamen celeres reparant caelestia lunae:
nos ubi decidimus
quo pius Aeneas, quo dives Tullus et Ancus,
pulvis et umbra sumus.
Los daños del cielo los reparan las lunas en rápida sucesión:
pero nosotros, cuando caemos
a donde cayeron el piadoso Eneas, y los ricos Tulo y Anco,
sólo somos polvo y sombra.
Para volver a lo nuestro. La fórmula litúrgica antes mencionada es parafraseada frecuentemente como "Polvo somos,
del polvo venimos y en polvo nos convertiremos". En ese contexto, era fácil reinterpretar la frase "del polvo venimos" con el sentido de "procedemos de una cópula" (esto es, "la vida humana se origina en un acto sexual"). A partir de ahí, la equivalencia
polvo = "coito" está servida.
Como consecuencia de esta acepción obscena del término
polvo, resulta complicado usar el término con su acepción no obscena, pues la palabra se presta muy fácilmente a equívocos, malentendidos y chistes fáciles. He aquí un par de ejemplos de chistes fáciles, donde se juega con la bisemia (doble sentido) del lexema
polvo:
1) Decir "mi mujer es alérgica al polvo doméstico".
2) El chiste: "¿Qué diría el epitafio de una solterona?:... AL FIN, POLVO."
Así, en español actual, el término
polvo resulta un tanto tabú y peligroso de usar. Le ocurre lo mismo al inglés
cock, término que, contaminado por la acepción obscena de "pene", ya no se puede usar con el sentido original de "gallo", siendo sustituido en esta acepción de "gallo" por los eufemismos
cockerel y
rooster. Exactamente igual le ocurre al español
polla, que ya no puede usarse más que en sentido obsceno, habiendo perdido su acepción original de "gallina joven".
Y ahora voy a Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645). Este poeta escribió un maravilloso soneto, "Amor constante más allá de la muerte", quizá el más hermoso de toda la literatura española, en que usa la expresión "polvo enamorado". Este soneto se publicó póstumamente en el libro
El Parnaso Español, en 1648, lo que demuestra inequívocamente que, cuando se compuso el poema y cuando se publicó, la acepción obscena de "polvo" no existía, pues, de existir, el sintagma "polvo enamorado" resultaría equívoco o francamente ridículo. [Por cierto, este soneto de Quevedo es una elaborada imitación literaria de la elegía 1.19 de Propercio, pero eso es ya otra historia.]
[Amor constante más allá de la muerte]
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido:
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Actualización (4-09-2006)Este artículo es quizá, de todos los del
blog, el más leído y el que ha tenido mayor impacto y repercusión en la red. Por ejemplo,
si se busca "echar un polvo" en Google, es el primer hit que aparece. Igualmente,
ha sido reproducido (aunque no muy bien editado, por cierto) en la revista on-line
El grito (ISSN: 1696-9413), editada por la
editorial Ceyla.
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